Mi curro II
(...continuación)
Hay más gente maja en el super: Maika la de frutería (una tía súper maja con la que salgo de fiesta a veces, la amo un cacho), Ramón el de pescadería, Jessi la cajera, etc. Después están aquellos a quienes llamo I don't give a shit , esto es, Paco el reponedor, Elena la otra carnicera, el chavalín medio tonto que va los fines de semana...gente de la que paso porque sencillamente no hay mucha relación con ellos. Y por último hay una persona que me da más asco aún que Marco o Soyaya: Emilia, una de las cajeras, que quiere ir de mala a los Alexis Carrington y sólo le sale el papel de maruja o Bette Davis fallida. Es la más fiel aliada de Soraya, una chivata sin escrúpulos, una lameculos rastrera sin más metas en la vida. Su trabajo consiste en vigilar a todo el personal por encima de sus gafas de chopo, para irle luego con el cuento a Comepollas cada vez que detecte alguna irregularidad. A esa hija de puta ya la tengo calada desde que una vez me armó una de las suyas para conseguir que me despidieran. Lo que le quema es que yo, apesar de no tener ningún cargo importante en la empresa, hago las veces de encargada cuando Soraya Comepollas no está, vamos, que soy algo así como la vice-encargada. Y a la vieja le jode. Eso y que Marco nunca se le haya insinuado para que se la chupara, cosa fácil de entender...(si no se me ha insinuado a mí, ¿cómo va a hacerlo con ella, una especie de María Escario decrépita?)
Realmente no se puede decir que me guste este trabajo, ya que siempre soñé con algo más glamouroso como ser oficinista, estilista, maquilladora, etc., qué sé yo. Pero como tomé la decisión de no estudiar tuve que conformarme con lo que me salió. Mi padre me lo recuerda todos los domingos frente a la paella de mamá. Que si no me canso de esta mierda de trabajo, que si mi amiga ya ha terminado la carrera y va a trabajar en el Banesto, que si vaya desperdicio de vida la mía...Hace tiempo que aprendí a desconectar y no oírle cuando se pone así de pesado, pero a veces me pregunto si no tiene razón, aunque me jode.
Muchas veces le estoy pasando la compra a alguna horrible maruja con rulos y cara de vinagre y me pregunto a mí misma qué pinto yo en ese lugar horrible, con luz artificial, con moscas, con gente fea y desagradable, y ese horrible olor a queso que te persigue estés en la sección en la que estés...Hasta que el último viernes del mes llega San Pagarín y se me olvidan los males. Pero eso no me quita de pensar que Supermarco sea una mierda pinchada en un palo. Uno de mis pasatiempos favoritos en el curro son las idas de olla. Se me va la olla, desconecto y empiezo a flipar en colores. Me imagino que de repente soy una modelo famosa aguantando estoicamente un pesado photoshoot. O una ejecutiva agresiva sometida a mucha presión. Y que el callo desdentado que está reponiendo cervezas mientras me intenta tirar los tejos es realmente el tío de la Coca Cola light, que me desea ardientemente pero sabe que lo nuestro es imposible porque yo estoy casada y además pertenecemos a estratos sociales diferentes, aunque eso no nos impide dar rienda suelta a nuestros instintos en los aseos del trabajo (y llegada a este punto paro de fantasear, pues la idea de tirarme a algo representado por Emilio no sólo me parece asquerosa sino directamente inmoral).
Pero tengo claro que no quedaré toda la vida allí, cobrando una mierda y respirando ese olor a queso rancio. Yo valgo mucho más y algún día podré mandarles a la mierda y decirles que he encontrado un trabajo a la altura de mi categoría. Pero mientras no llega ese momento me jodo como el resto de la gente. Un beso.